31 dic 2013

Besos Robados: La tetralogía de Truffautt


                           "Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, 
                            no has amado."
                                                                                                        William Shakespeare 

Francois Truffautt, fue uno de los más influyentes y recordados cineastas de la Nouvelle Vague, su amor por el cine y la literatura no sólo están incluidos en su filmografía, sino en sus escritos y críticas en Cahiers du Cinema, la cual fue su escuela junto a las enseñanzas y protección de André Bazin; este cineasta y actor nacido en París, tuvo una infancia tan compleja que en la mayoría de sus películas plasma los sentimientos y es un reflejo autobiográfico de sus propias experiencias y carencias de sus primeros años, rebeldía y principalmente su amor por el cine y los libros, que en cierta forma fueron su compañía.

Su amistad con Bazin, no sólo lo llevó a escribir en grandes revistas de cine, sino a tener un rumbo fijo en la cinefilía, que ya había reflejado tanto en la visualización de cine como en la promulgación de éste, a través del cineclubismo.

Con más de veinte películas en su haber (26 en total), su cine fue progresando a un particular universo en donde la infancia y el amor, son lo protagonistas, donde el propio Truffautt creó de sus experiencias un alterego llamado Antoine Doinel, que marcará su cine con una tetralogía que inicia con los 400 golpes y finalizará 20 años después con El amor en fuga, una verdadera evolución cinematográfica y de la vida misma, que alcanzó rápidamente al director parisino, quien murió a los 52 años, en la plenitud de su obra.

Francois Truffautt (izq.), Claude Jade y Jean Pierre Leaud
De esta tetralogía hace parte Besos Robados, segunda película en la que aparece de nuevo el joven Antoine Doinel, encarnado por quien será su alterego y actor fetiche Jean Piere -Leaud, quien no sólo se hace referente autobiográfico del francés sino que tiene ciertos rasgos que los identifican con éste, actitudes y similitudes físicas, que harán de este personaje un hito e icono de la cinematografía de Truffaut y mundial.

Besos Robados inicia con la expulsión del servicio militar de Doinel, su encuentro con su antigua novia Christine (Claude Jade), y con la oportunidad de empezar una nueva vida como civil.

Los familiares de Christine, le ayudarán a conseguir un trabajo como portero de un hotel, trabajo que perderá rápidamente, gracias a un detective que lo engaña, pero ésto le dará oportunidad para trabajar como detective, en la agencia de quien lo engañó, además de enamorarse de la esposa del hombre a quien está vigilando - o a los empleados de éste - y varias "aventuras" en el camino de madurez de este joven, y del amor por Christine.


Escrita en conjunto por el propio Truffautt junto a Bernard Revon y Claude de Givray, el guión se construye a partir de las experiencias del joven Doinel de los 400 golpes, y el cortometraje Antoine y Collete, puntos que se utilizarán de forma más concreta tanto para el personaje como para la historia en sí, marcada por un sutil humor, y el absurdo que se desprende del mismo Antoine Doinel, quien finalmente no se ha alejado de la rebeldía no sólo de los 400 golpes sino de la misma Nouvelle Vague y juventud francesa de la época.

La película es un reflejo del amor, la locura y lo indócil del personaje, es finalmente un diario, un espejo del propio Truffautt, de sus sentimientos y visiones de vida. 


Además de las logradas actuaciones de los ya citados Leaud y Jade, también vale la pena destacar a Delphine Seyrig, tanto por su actuación como por su presencia y belleza, y en conjunto a la mayoría de los personajes que giran en torno a la pareja protagonista.

Son notables algunas secuencias, movimientos de cámaras, los saltos de montaje y encuadre, pero a la vez la fluidez narrativa que se deja empapar de los experimentos, juegos y rompimientos que hacen parte fundamental de la nueva ola francesa, ya no sólo como recurso sino como apropiación de un estilo, de un lenguaje.

El subsuelo de París y el recorrido de una carta, Christine explicándole a Antoine como se unta la mantequilla a una tostada, y un avance a su relación, la declaración de amor de un hombre que parecía un detective, y tantas otras secuencias que bajo la naturalista fotografía y cámaras de Denys Clerval, al ritmo de los sonidos de Antoine Duhamel, hacen de esta producción una gran obra cinematográfica del director francés.


Es inevitable reconocer en la obra de Truffaut, un aire a rebeldía y amor, propios de la época, y principalmente ese mundo de niños o jóvenes desprotegidos, que el francés pone en pantalla como catarsis de su propia infancia pero a la vez como preocupación general  frente al tema; el director logra poner en escena una sutil radiografía de su generación, y de su vida que va a la par con la de Antoine y con los 24 cuadros por segundo, del que hablaba su amigo/enemigo Godard.

Una gran película que sabe afrontar sus vicios y virtudes, sus espacios abiertos, encuadres y que se alimenta perfectamente de lo que Truffautt quería  y admiraba en el cine; más que una obra maestra, toda una vivencia de cine.



Zoom in: Nominada en varios festivales en la categoría de Mejor película de habla no inglesa

Montaje Paralelo: Nouvelle Vague - Ciclo de Doinel 


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